Archivo de junio, 2008

Sin heroismos por favor

Posted in Carver on junio 20, 2008 by Alquimista

Carver

La vista del Estrecho de Juan de Fuca desde Port Angeles es la mejor. Forma parte de la frontera entre Estados Unidos y Canadá, por lo que no es extraño ver ferries cruzando desde el estado de Washington hasta British Columbia varias veces al día. Una tarde de verano de 1988, parada frente a ese paisaje ultramarino, Tess Gallagher recordaba sus días en bote con Raymond Carver. Una brisa fría la despeina y pienso si hubiese sido un buen momento para preguntarle cómo lo recordaba: navegando bajo una vela al viento, leyendo un libro en el restaurante Cornerhouse o sentado en el estudio de su casa. Carver había celebrado este paisaje en tres de sus libros de poesía, DONDE EL AGUA SE JUNTA CON EL AGUA (1985), ULTRAMARINA (1986) y BAJO UNA LUZ MARINA (1987) y Tess comprobaba el por qué. Al lado, la tumba de granito negro y esa fotografía de los dos juntos; al frente, el canal. Había pasado una semana desde la muerte de Raymond y Tess parecía repasar el epitafio en su cabeza una y otra vez: “¿Y conseguiste lo que querías de esta vida? / Lo conseguí. / ¿Y qué querías? / Considerarme amado, sentirme amado sobre la tierra

Lo consiguió. Hoy Carver podría ser un invitado de lujo de David Letterman o aparecer en un cameo en Seinfeld. Era tan divertido como sus historias. Sin embargo, tenía una apariencia seria e introvertida. Su mirada era enigmática, mostraba cierta nostalgia y la astucia de un sabueso. Había algo de tristeza también, pero reflejaba seguridad. Algunas fotos lo muestran durante los 70 con patillas estilo Elvis y por momentos parece un personaje de sus propias historias.

Carver no estuvo ajeno a los vicios. Solía referirse a sí mismo como “un cigarrillo pegado a un cuerpo” y no resulta difícil adivinar cuál fue la enfermedad que lo consumió. Su primera colección de relatos, ¿QUIERES HACER EL FAVOR DE CALLARTE?, habla de alcoholismo y matrimonios en la cuerda floja. Fue publicada en el periodo más tóxico de su vida, entre 1976 y 1977, época en la que fue hospitalizado cuatro veces por problemas recurrentes con el alcohol. Luego de leer “La casa de Cheff” publicada en The New Yorker, Maryann Burk –el amor de su adolescencia y su primera esposa– se preguntó cómo podían llamar a eso ficción cuando todo lo narrado era muy cercano a su vida con Raymond. Se sintió ofendida. Muchos de los cuentos de Carver eran inspirados en su vida real, especialmente en la época que vivió con Burk.

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